Dirección: Alejandro Agresti.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 105 min.
Género: Drama romántico.
Interpretación: Keanu Reeves (Alex Wyler), Sandra Bullock (Dra. Kate Forster), Dylan Walsh (Morgan), Shohreh Aghdashloo (Dra. Anna Klyczynski), Christopher Plummer (Simon Wyler), Ebon Moss-Bachrach (Henry Wyler), Willeke van Ammelpooy (Madre de Kate), Lynn Collins (Mona), Mike Bacarella (Mulhern), Scott Elias (Doug).
Guión: David Auburn; basado en la película «Siworae» (Il mare) de Lee Hyun-seung.
Producción: Doug Davison y Roy Lee.
Música: Rachel Portman.
Fotografía: Alar Kivilo.
Montaje: Alejandro Brodersohn y Lynzee Klingman.
Diseño de producción: Nathan Crowley.
«La casa en lago» la renombraría como «La siesta en el sofá» porque esta película va como anillo al dedo para dormitar. Se trata de un remake de una película del mismo título que dirigió el mismo director, Alejandro Agresti. No he visto la original, pero los americanos son mi dados a realizar sus versiones de películas que funcionan en Europa, Asia o América del Sur, como la avalancha de remakes asiáticos,algunos con estatuilla a la mejor película como el de la película Infiltrados que pueblan las carteleras.
Nos encontramos ante una fantasía amorosa en la que un hombre y una mujer a través del buzón sito fuera de la «casa del lago» pueden estar en contacto vía carta, aún perteneciendo a espacios temporales distintos. Ella está en el año 2006 y él en 2004. La diferencia de dos años no permite explorar otras épocas (Los visitantes no nacieron ayer, Stargate, La máquina del tiempo, Regreso al futuro), pero el tema es el del siempre. ¿Se puede cambiar el pasado?. En caso de contestar que sí. ¿Debemos cambiarlo o es preferible dejar las cosas como están?.
La elección de la pareja protagonista no puede ser más nefasta. Sandra Bullock y Keanu Reeves no tienen la menor química en las pocas escenas que consiguen estar juntos y por separados están horrendos. Mi oso de peluche es más expresivo que estos dos cuando mueve sus ojitos. Están enamorados, coladitos uno por el otro, se desean, según sus cartas, porque a tenor de sus caretos no se deduce nada de eso. La película aburre desde su comienzo, porque aunque su planteamiento es interesante, el ritmo lento, las parrafadas al leer las cartas, la inexpresión de los actores,la sensación «de que no pasa nada», ahoga el interés de una trama que en ningún momento consigue entretener, con una lánguida Bullock de voz arrulladora que incita a sestear.
Otros personajes como la compañera de trabajo de Keanu (la de las botas) el hermano de Keanu o su padre están de relleno porque nada aportan a la insípida trama, más allá de esbozar algunos problemas familiares irreconciliables que solo con la muerte logran superarse. El meollo de la historia es la pareja, sus cartas, el conocimiento mutuo que se va cimentando, el deseo de estar juntos, de conseguir que sus espacios temporales se pueden unir en un punto a partir del cual poder seguir el mismo camino en el tiempo. Nos meten con calzador un libro de Jeane Austen para hablar de la espera, de ser paciente hasta que ese «gran amor» aparece en nuestras vidas.
En su tramo final la película resulta previsible, tanto por el supuesto «golpe de efecto» como por su final azucarado. La casa del lago, no es un drama, tampoco una comedia, ni una «love story fantástica», más bien es una película lenta, aburrida, e insulsa, perfectamente prescindible, que recomiendo eso sí para echar una maravillosa cabezada.
Para ver a Keanu Reeves y a Sandra Bullock en «acción» prefiero ver Speed, que es muchísimo más entretenida.