La caza (Thomas Vinterberg)

Pocas cosas generan tanto rechazo como los abusos sexuales, y Lucas, de la noche la mañana se verá prácticamente solo. El único que cree en él y defiende su inocencia es su hijo adolescente. También el padrino de su hijo. El resto dan por hecho que los abusos son ciertos, que Lucas es un degenerado y que por lo tanto solo puede ser acreedor del infinito desprecio de todos ellos.

Mads Mikelsen, que pone cara a Lucas está soberbio, su gestualidad define a la perfección el vía crucis que atraviesa, la incomprensión e impotencia que siente ante lo que le rodea. Terrible verte acusado y cuestionado por una comunidad por algo que no has hecho. Podemos ver a Lucas como a una presa acosada, el corderito presto a ser devorado por los lobos.

En la película danesa La caza (Thomas Vinterberg, 2012), somos testigos de cómo la vida de un ser humano puede desmoronarse en cualquier momento. No hace falta cometer un error, basta con que surja equivoco, una mentira, dicha por un niña pequeña y que se asume como una verdad incuestionable.

A la sombra de esa verdad surge luego la violencia desmedida, el ajuste de cuentas, el rechazo, la condena, la soledad que calcina todo alrededor del encausado, devenido víctima, Lucas, empleado en una guardería infantil al que una niña acusa de haberle enseñado el pene.

Da igual que la situación sea reversible, que aquello no fuese más que un mayúsculo malentendido, porque el daño ya está hecho, la confianza perdida. La herida ya está abierta, y la imagen final lo atestigua.

Thomas Vinterberg en Cuak | Querida Wendy

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