Dirección: Sven Taddicken.
TÃtulo original: Emmas glück PaÃs: Alemania.
Año: 2006. Duración: 99 min.
Género: Tragicomedia.
Interpretación: Jördis Triebel (Emma), Jürgen Vogel (Max), Hinnerk Schönemann (Henner), Nina Petri (Dagmar), Martin Feifel (Hans), Karin Neuhäuser (Lene), Arved Birnbaum (Karl).
Guión: Claudia Schreiber y Ruth Toma; basado en la novela de Claudia Schreiber.
Producción: Ralph Schwingel, Stefan Schubert y Hejo Emons.
Música: Christoph Blaser y Steffen Kahles.
FotografÃa: Daniela Knapp. Montaje: Andreas Wodraschke.
Dirección artÃstica: Peter Menne. Vestuario: Ute Paffendorf.
El tema de la pelÃcula es parecido en cierta manera al de Mi vida sin mÃ. Ya de entrada sabemos que el protagonista va a morir porque le han diagnosticado un cáncer de páncreas. En la pelÃcula de Coixet la protagonista optaba por dejar las cosas bien atadas cuando ella no estuviera, sin rehuir ni dejar de mirar de frente a la parca. En La suerte de Emma, nuestro protagonista, Max, trata de suicidarse con su coche. Colisiona contra un quitamiedos, cae por un terraplén y acaba sobre la granja de Ema, una mujer que vive sola al cuidado de sus gorrinos y gallinas. Sucederá lo inevitable. Entre los dos surgirá un amor que tiene fecha de caducidad, lo cual no es óbice para que ambos se entreguen con pasión, exprimiendo con fruición ese perÃodo corto de tiempo, que estarán juntos, ante el deterioro inexorable de él y un final que hila con la secuencia inicial, dando buena cuenta de la forma de ser de Emma, mujer currante y aguerrida, de fuerza descomunal e inmenso corazón.
El gran acierto de la pelÃcula a mi entender es que no cae en la sensiblerÃa, lo cual hubiera sido lo más fácil, tampoco en el ridÃculo, porque a pesar de que la historia no deja de ser fantasiosa (nada menos que un alunizaje rural), nos hace comulgar con ella, seducidos por unos personajes entrañables y cercanos.
Con escaso presupuesto y un buen guión, es posible contar bellas historias, como hace Sven Taddicken, joven director alemán de 36 años que nos ofrece una deliciosa historia de amor, que sin dejar de lado el ansia de vivir, reivindica una muerte digna, que espantará a muchos, «es peor el miedo a morir, que la muerte misma» dice Emma mientras despacha un cerdo al que degolla con amor, al comienzo del film, sin hacerlo sufrir, acogiéndolo en su regazo, sin berridos estremecedores que destruyan el clima pastoril que se respira.