Dirección: Graham Theakston. País: USA. Año: 2004.
Duración: 91 min. Género: Thriller psicológico.
Interpretación: Andy Garcia (Jack Heywood), Frances O’Connor (Alison Heywood), Angela Bassett (Elizabeth Chase), Harry Eden (Ben Heywood), Daniella Byrne (Frankie Heywood), Geraldine McEwan (Janet), Christopher Shyer (John Boyd), Jaimz Woolvett (Nathan Greenwater), Julian Christopher (Elliot Chase).
Guión: Ron Bass; basado en la novela de Robert Mawson.
Producción: Ciro Dammicco y Bruce Harvey.
Música: Jack Lenz.
Fotografía: Lukas Strebel. Montaje: Pam Power.
Diseño de producción: Gregory Keen.
Vestuario: Yves Barre.
Lo fantástico y el drama familiar se dan la mano en esta película. El matrimonio formado por Jack y Alison ven como su hija tras ser arrollada por un vehículo entra en coma, mientras su hermano contempla la escena desde la acera de enfrente sin poder evitar el accidente.
Pasan las semanas y la niña está estable pero no presenta ninguna evolución. Ante esa situación Jack y Alison oyen hablar de la doctora Lizzie la cual lleva a cabo unas prácticas con electrodos con las que ha conseguido hacer que personas en coma vuelvan a hacer vida normal.
A la situción de la hija se suma que en el matrimonio las cosas no andan bien, pero parece ser que el dolor que ambos sienten y su objetivo común logrará unirlos, cerrando filas.
Es sabido que ante situaciones desesperadas los humanos hacemos lo imposible, ya sea acudir a curanderos, adivinos, tahorís, espiritistas o a todo aquel que nos ofrezca una posible solución por descabellada que parezca. Lizzie cuenta en su haber con los resultados obtenidos, y el matrimonio decide poner la vida de su hija en sus manos, si bien la prensa hace hincapie en la vidas que no ha podido salvar, entre ellas la del hijo de un gobernador que se afanará en destruirla.
Luego sabemos porque Lizzie hace lo que hace. Cuando era adolescente vio como su hermano moría tras caer en aguas heladas y tras pasar un tiempo en coma. Ese hecho la marcó y desde entonces quiso salvar las vidas de otras personas con la esperanza de minorar así el dolor que la lacera tras la muerte del hermano. Ese hecho marcó el distanciamiento con su padre, un ortodoxo doctor al que finalmente Lizzie recurrirá para la resolución del caso médico que se trae entre manos.
Hay las dosis de sentimentalismo justas dadas las circunstancias. El matrimonio mueve cielo y tierra, y la doctora también para llevar a cabo el tratamiento, porque sobre su clínica pesa una orden de cierre inmimente, así que como se verá, habrán de buscarse la vida para poder finalizar las sesiones mientras las fuerzas de seguridad los acechan como si de delincuentes o miembros de una secta adoradora del demonio se tratara.
Entre las caras conocidas están la de Andy García, el cual me sigue pareciendo una actor mediocre, pero que funciona como padre coraje, la guapísima Frances O´Connor, y quien se lleva la palma, Angela Basset, la cual se prodiga poco últimamente pero demuestra su versatilidad y su buen hacer en papeles dramáticos.
Su hora y media se pasa en un suspiro, se deja ver sin forzar y resulta medianamente entretenida y emotiva a partes iguales, más por el tema que trata; el empeño por salvar o restablecer una vida, sobre todo de una joven criatura, que por otra cosa, deseando todos que el final sea feliz.
Lo que no viene no muy a cuento a mi entender y se mete con calzador para facilitar las cosas, es el agente de la ley que mandan a la clínica para vigilar a Lizzie, el cual al ver el buen hacer, determinación y resultados de ésta cae enamorado de ella, y hace todo lo posible para ayudarla en la ejecución de sus planes.