Les pires

Les pires (Los peores, película dirigida por Lisa Aroka y Romane Gueret) son un grupo de niños y adolescentes seleccionados en la barriada Picasso (en Boulogne-sur-mer), para rodar una película en la que se interpretarán a sí mismos. La selección genera las inevitables suspicacias, envidias y también censuras por parte de algunos vecinos porque hay quien cree que la película solo conseguirá estigmatizarlos todavía más, al poner el acento en algo que muchos en el barrio quieren superar, de cara a superar la marginalidad en la que muchos malviven.

Por otra parte, aunque no se incide demasiado en cómo se ruedan las escenas de la película, algunos momentos resultan tan verosímiles que los críos, como Ryan (espléndido Timéo Mahaut) pierden los nervios y acaban enzarzándose (siendo azuzados por el equipo de grabación a ello) sin poder sofocar el ánimo violento que los mueve, o incluso llegan al llanto, llevando así a la gran pantalla aquellos sentimientos que en su vida privada no quieren expresar.

Uno de los puntos críticos de la película reside aquí, y es ¿hasta dónde es lícito llevar a un actor menor de edad? Porque lo que resulta evidente, por mucho que los niños y adolescentes pataleen, se enfurruñen, griten y se violenten, detrás de esas mascaras con las que consiguen defenderse de los otros, son seres vulnerables, muy frágiles y cándidos. La película muestra muy bien el ambiente en el que viven o sobreviven la mayoría de los críos, en hogares desestructurados, sin figuras maternas ni paternas cerca, con penalidades para llegar a fin de mes, con ataques directos hacia su persona, bien por ser lesbiana, por haber tenido sexo en los baños un par de veces con compañeros de clase; incluso llegan a ser objeto de escarnio por lamentar la muerte de un hermano pequeño.

La candidez de la que hablaba antes es la de una joven enamoradiza, Lily (la joven promesa del cine francés Mallory Wanecque) que muestra y demuestra toda su fragilidad confesando su amor, no correspondido, tanto de palabra como por carta en una escena demoledora que encarece la película, que se principia como un documental, en donde la realización de la película, a cargo del director primerizo Gabriel (al que la película también le supondrá una experiencia fundacional) les sirve también a los jóvenes como terapia, como espejo en el que verse reflejados.

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