Dirección y Guión: Savage Steve Holland
Reparto: John Cusack, David Ogden Stiers, Kim Darby, Demian Slade, Amanda Wyss, Curtis Armstrong, Scooter Stevens, Diane Franklin, Vincent Schiavelli
Música: Rupert Hine
Fotografía: Isidore Mankofsky
USA 1985
Hace más de 20 que John Cusack protagonizó esta película, y cuando lo vemos en algunas de sus apariciones actuales (1408, por ejemplo), se le ve más mayor, pero no parece que hayan pasado tantos años. Así de bien se conserva, además de mantener su gran presencia ante una cámara, ya sea una interpretación más dramática o más cómica, como es el caso que nos ocupa.
Y eso que el argumento no es para echarse a reír, ya que cuenta las desventuras de un tipo al que su novia le deja y decide que no hay manera de sobrellevarlo, únicamente ve el suicidio como salida. Desde la primera escena de la película, viendo como tiene forrada la habitación o el armario con fotos de su chica, nos podemos imaginar lo que supone para él perderla. Aún así sus intentos de suicidio son poco convincentes y accidentados.
Obviamente el tono en que se cuenta hace que la cosa no sea tan melodramática como otros títulos (me viene a la cabeza la formidable Wilbur se quiere suicidar, tan distinta a esta) y los devaneos suicidas del protagonista son para echarse unas risas a gusto.
Para intentar reconquistar a su chica tendrá que ganar al chulo con el que se ha ido, el capitán del equipo de esquí, retándole al un descenso arriesgado por una colina. Para ello contará con la ayuda del pazcuato de su amigo Charles y de una chica francesa de intercambio, con la que “acercará mucho posiciones”.
El caso es que todo esto en la película no se cuenta de una manera normal, sino con unos toques surrealistas que hacen de ella una rareza muy recomendable.
Por ejemplo, podemos ver al amigo esnifando gelatina o pensando en esnifarse toda la nieve de la colina (en sentido literal, nieve de la que cae del cielo), las coloridas y extrañas comidas de la madre son imprevisibles y los detalles en cada escena son para verlos con detenimiento.
Pero hay personajes que llaman la atención. Por ejemplo, el desquiciado chaval que reparte los periódicos, que tras atormentar al padre todos los días, se pasa media película persiguiendo al protagonista gritándole: “¡Quiero mis 2 dólares!”, ya que un día no le paga el precio de los periódicos. Incluso llega a juntarse toda la camarilla de repartidores, que parecen los ángeles del infierno, con sus bicis detrás del prota.
Es curioso también el callado hermano pequeño, un genio que se dedica a las cosas más inverosímiles, desde fabricar un mortífero láser, ligarse a chicas de dudosa reputación o construirse una lanzadera espacial.
También se repite constantemente una escena. Cada vez que Cusack se para en un semáforo aparecen a su lado una pareja de orientales en un coche con unos altavoces en el techo, retándole a una carrera y retransmitiéndola por los altavoces uno de ellos. Al final él siempre acaba chocando contra el gordo de la película de Porky’s (el propio Porky), para quien además acabará trabajando.
Hay otras cosas que ya se pasan de poco creíbles, como la clase de geometría, en la que los alumnos la gozan con las complicadas explicaciones del profesor y las duras tareas que les pone. La escena acaba con el profesor diciéndole al protagonista que se ha enterado de que ya no sale con su novia, si le importa que salga con él. A partir de ese momento, todos le preguntan lo mismo, hasta el mismísimo Pablo Mármol de los Picapiedra desde la televisión (que en los ratos familiares tienen en la chimenea, retransmitiendo unos troncos quemándose).
Por cierto, que el actor que interpreta a ese profesor es el inconfundible fantasma del metro de Ghost que enseña a Patrick Swayze. El amigo del protagonista también es famoso como cómico, pero sobre todo por su papel posterior en la serie “Luz de Luna”.
La historia paralela que vive al principio la “francesita” de intercambio que vive en la casa de enfrente es para partirse. El hijo de la vecina es un apocado y obeso joven que no sale de casa. La madre le ha traído a la estudiante de intercambio con intenciones de que su hijo se la beneficie, y él se lo toma al pie de la letra, acosándola y tratándola como si fuese suya, mientras su madre le jalea para que lo haga.
Aparte a lo largo de la película también nos encontramos con una parodia de Frankenstein y las surrealistas escenas de animación salidas no se sabe muy bien de donde, empezando con los créditos iniciales.
Como siempre me gusta contaros alguna pequeña curiosidad de las que aparecen en la película, y en esta hay una muy curiosa que he leído. Hay un momento en el que la protagonista, Beth (Amanda Wyss), acude a una fiesta con el chulo de su nuevo novio y sus amigos. Si nos fijamos detrás de ella va un tipo con un jersey idéntico al de Freddy Krueger. Esto puede no parecer muy curioso, incluso habrá quien no se dé cuenta de que es el mismo jersey, pero está puesto ahí a propósito. La película de Pesadilla en Elm Street se había estrenado tan solo un año antes, con gran éxito del personaje en cuestión, no tanto como llegaría a conseguir con las posteriores y al parecer interminables secuelas. Pero es que la carambola va más allá porque la actriz Amanda Wyss participó en esa primera entrega de Pesadilla en Elm Street, y para colmo interpretaba a ¡la primera víctima de Freddy Krueger! Un pequeño homenaje.
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