Dirección: Marina de Van.
PaÃses: Francia, Luxemburgo, Bélgica e Italia.
Año: 2008. Duración: 111 min. Género: Drama.
Interpretación: Sophie Marceau (Jeanne), Monica Bellucci (Jeanne), Andrea Di Stefano (Teo/Gianni), Thierry Neuvic (Teo 2), Brigitte Catillon (Nadia 1/ madre italiana), Sylvie Granotier (Nadia 2), Augusto Zucchi (Fabrizio), Giovanni Franzonni (Enrico), Didier Flamand (Robert), Serena d’Amato (Donatella).
Guión: Marina de Van y Jacques Akchoti.
Producción: Patrick Sobelman.
Música: Luc Rollinger. FotografÃa: Dominique Colin.
Montaje: Mike Fromentin.
Diseño de producción: Véronique Sacrez.
Vestuario: Magdalena Labuze.
La directora Marina de Van, para su primer largometraje ha contado nada menos que con Monica Bellucci y Sophie Marceu, dos de la mujeres europeas más sensuales que uno puede imaginar a sus años. La primera tiene 45, la segunda 43, pero al natural presentan un aspecto tan saludable como el que vemos en la foto. Asà posaron hace unos meses para la revista Paris Match.
Vamos al tema que nos ocupa. La pelÃcula es un thriller psicológico. Jeanne es una escritora especializada en biografÃas. Un buen dÃa decide escribir la suya propia. El caso es que al editor su historia le parece un paquete, un polvorón intragable, que no hay Dios que lo entienda, por lo que no está por la labor de publicársela. Jeanne recibe la negativa como un jarro de agua frÃa, pero al mismo tiempo le hace enconarse más en su posición de querer descubrir más de su pasado, pues hasta los 7 años tiene una laguna que tratará de anegar con recuerdos, si es que no pierde antes la cabeza por el camino, porque poco a poco Jeanne va desbarrando, viendo como todo a su alrededor cambia, asà ni su marido ni sus hijos, ni su madre parecen ser tales.
En una fotografÃa, Jeanne ve a su madre y a otra señora, que vive en Italia y para allá se marcha Jeanne a tratar de recomponer las piezas del puzzle que la desquician. Y hallará entonces las respuestas a sus porqués. Y esto no siempre es fácil, porque hay hechos traumáticos que provocan un shock de tal magnitud que todo queda en suspenso, hasta que en un determinado momento todo vuelve a aflorar, en la superficie del presente.
Tanto Marceau como Bellucci dan muestra de su buen hacer antes las cámaras y la segunda demuestra su dominio del francés, en este tour de force interpretativo que les hacer ser algo más que bustos parlantes o cuerpos que admirar. La pelÃcula no es nada nuevo bajo el sol de Flandes pero se deja ver y entretiene.