Oda a mi padre (Gukjesijang, 2014)

Oda_a_mi_padreEsta es una de esas películas festivaleras, con las que te encuentras por casualidad, que no sabes de qué van, que nadie te ha recomendado, pero que te animas a ver y te dejan un buen sabor de boca.

La historia abarca varios hechos en la historia de Corea, que por tanto nos quedan bastante lejanos.  Se nos cuenta mediante varios Flashbacks y vemos como el cascarrabias anciano protagonista ha ido viviendo diferentes épocas de su vida luchando por la supervivencia de diferentes y calamitosas formas.

Si nos ceñimos a la historia cronológicamente, Duk-soo, el protagonista, vive su primer gran momento doloroso en el año 1950 cuando es tan solo un niño y se ve envuelto en la evacuación de la ciudad de Hungman durante la Guerra de Corea. El momento histórico, en el que miles de refugiados pudieron ser trasladados desde lo que sería Corea del Norte a Corea del Sur y otros lugares en barcos americanos, es contado con gran emoción. En la confusión y prisas por salvarse, Duk-soo pierde a su hermana pequeña y a su padre que intenta rescatarla.

A partir de ahí malvive en la ciudad de Busan junto a su madre y a sus dos hermanos gracias a una tía de su padre que tiene una tienda y los acoge. El pequeño, como cabeza de familia, ha de hacerse valer y trabajar para conseguir el sustento de su familia, pagar la universidad de su hermano, la desordenada vida de su hermana, y liberar de carga a su madre.

Debido a ello se acaba por marchar a Alemania, a trabajar como minero. Otra de las cosas que me sorprendió de la película es esta parte de la historia entre Corea y Alemania, ya que en los años 80 miles de Coreanos fueron a trabajar a Alemania a petición de esta nación, ellos como mineros, ellas como enfermeras. Ahí es donde los 2 protagonistas de la historia se conocen y acabarán por casarse a su regreso a su país.

Otro país que Duk-soo acabará visitando será Vietnan, en la década de los 70, sin estar en el frente pero aún así enfrentándose a los múltiples peligros de un país en guerra.

En la distribución por décadas en la que se divide la película, llegamos a la década de los 80 donde las cadenas coreanas emiten programas para que las familias separadas por la guerra se reencuentren. Algo así como aquel «Quien sabe dónde» en el que Lobatón buscaba familiares perdidos, pero a lo grande. No contaré nada para no hacer ningún spoiler, pero es uno de los momentos más emotivos de la película.

En todas estas aventura, cual Quijote, el protagonista está acompañado por su Sancho Panza particular, que pone el contrapunto cómico y sumiso, por lo que las comparaciones son inevitables. También se puede comparar con Forrest Gump, aunque no se dedica a recrear momentos de la historia de Corea sino más bien lo más relevante en cada década, vivido por el protagonista, desde su punto de vista.

Es muy emocionante también el alegato final del protagonista hacia su padre, en el que se lamenta de lo dura que ha sido su vida para llegar hasta donde está, pero a la vez se alegra de haber tenido que ser él el que pasara por todas esas calamidades y tiempos duros y no sus hijos. A los que por cierto desde un primer momento vemos con unas preocupaciones y una forma de vida muy distinta a la que han vivido sus padres.

Si os la encontráis en alguna plataforma de películas, como fue mi caso, no será una pérdida de tiempo verla, aunque no es ningún peliculón y no destaca por nada en especial, buena para pasar el tiempo.

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