Título original: Perfetti sconosciuti
Año: 2016
Duración: 97 min.
País: Italia Italia
Dirección: Paolo Genovese
Guion: Paolo Genovese, Filippo Bologna, Paolo Costella, Paola Mammini, Rolando Ravello
Fotografía: Fabrizio Lucci
Reparto: Giuseppe Battiston, Anna Foglietta, Marco Giallini, Edoardo Leo, Valerio Mastandrea, Alba Rohrwacher, Kasia Smutniak
No es nuevo que un grupo de amigos se vean pasado un tiempo y se junten para comer y charlen de sus cosas y se pongan al día: Beautiful girls, Los amigos de Peter….
Aquí son tres parejas y un soltero. Actores siempre solventes como Giuseppe Battiston, Valerio Mastandrea, Alba Rohrwacher y la guapísima Kasia Smutniak explotando la vis más dramática. Lo interesante de la película es cómo integrar las redes sociales y toda la quincallería tecnológica y digital -como proyección o suplantación del yo- que manejamos a diario en una velada como esta. Así, comenzada la cena a modo de juego, ya que todos son amigos, se conocen, se aprecian y no tienen nada que ocultarse, o nada que no pueda ser amparado bajo la protección del amor que se profesan, deciden dejar sus móviles encima de la mesa y cuando llegue algún guasap o reciban alguna llamada, compartirlos con los demás.
Queda patente que una cosa es la fachada, la máscara detrás de las que nos ocultamos y otra lo que hay debajo. Así, más pronto que tarde se van poniendo sobre la mesa cosas que todos ocultan, relaciones que no son lo que parecen, infidelidades, aquello que se oculta a sabiendas, etcétera. La puesta en escena es teatral pues casi todo la película transcurre en un salón y el único problema que le veo es que todo nos pueda resultar más de lo mismo, pues la cosa va de dilatar la propuesta inicial. El caso es que el guion me parece inteligente y preciso, hay humor, ironía y se hila muy fino, y eso permite evitar el cansancio y la reiteración. Sí hay algo de moralina en sus postrimerías, pero en conjunto me parece una apuesta muy interesante por lo que le encuentro de original y vanguardista al integrar algo que está ahí presente, que todos utilizamos a la hora de comunicarnos y los problemas que acarrea que alguien eche manos de nuestro móvil sin nuestro permiso, pues como se ve, viene a ser como abrir la caja de Pandora. El título le va a la historia como anillo al dedo. Hoy se expone sin límites la vida privada en las redes, se cuenta todo de uno, pero a fin de cuentas seguimos siendo desconocidos para los demás e incluso en esta era tan líquida para uno mismo.