Tuve el otro día la oportunidad y la suerte de ver en el Teatro Bretón de Logroño, dentro del ciclo de cine en versión original, el documental de Barbara Miller titulado Placer femenino.
Un documental esclarecedor y necesario en el que mediante distintos testimonios de mujeres a lo largo de los distintos continentes nos podemos hacer una clara idea de quién ostenta hoy el poder y cómo lo usa en beneficio propio. Es curioso echar una ojeada a las sagradas escrituras, ya sea La Biblia, El Corán, la Torá o cualquier otra para leer ahí cómo la mujer es considerada y vituperada como una serpiente, una lianta, un ser inferior al hombre, cuya función en todo caso pasa por servir y satisfacer al hombre en todos sus deseos.
En 2019 seguimos todavía en las cavernas en buena parte del mundo, a las mujeres les siguen practicando la ablación mutilándolas genitalmente y a tijeretazos y dañando así su vidas de manera irremediable; en Japón a una artista le quieren meter dos años en la cárcel por hacer pop art con su vágina, considerándola obscena, mientras el hombre puede hacer con su pene lo que quiera, pajearse por ejemplo viendo porno infantil; vemos a su vez como una monja es violada por un cura y reprobada por su superiora cuando se lo cuenta, sin encontrar apoyo ninguna ni a nadie a quien confesar su dolor y tristeza, hasta que no logre hacer pública su situación. Otra mujer judía huye del asfixiante mundo ultraortodoxo judío para poner a las claras el papel que la mujer tiene en ese mundo: ninguno.
Son 90 minutos que cunden porque cada testimonio va directo al fondo del asunto, se ve cómo la mujer no puede disfrutar de su sexualidad porque no se le permite, porque es una herramienta para el hombre, no en régimen de igualdad. Ver las distintas iniciativas como la joven india que se afana en hablar de la sexualidad con sus compatriotas, con los jóvenes haciendo hincapié en el respeto, la tolerancia, el consentimiento, en pos de un amor correspondido y generoso, arroja algo de luz en un paisaje desolador y cavernario.