Dirección y guión: Agustín Díaz Yanes.
Países: España y México. Año: 2008.
Duración: 130 min.
Género: Drama, thriller.
Interpretación: Diego Luna (Gabriel), Victoria Abril (Gloria), Ariadna Gil (Aurora), Pilar López de Ayala (Paloma), Elena Anaya (Ana), José María Yazpik (Félix).
Producción: José Manuel Lorenzo Eduardo Campoy, Pablo Cruz y Tedy Villalba.
Música: Javier Limón.
Fotografía: Paco Femenía.
Montaje: José Salcedo.
Dirección artística: Salvador Parra.
Vestuario: José María de Cossío
Tras Alatriste no tenía excesivo interés en ver lo último de Agustín Díaz Yanes, guionista y director de Sólo quiero caminar.
La historia es larga a más no poder y resulta tediosa hasta la extenuación. Va de un grupo de ladronas que deja Madrid para pergeñar un atraco en México D.F birlando la pasta al gangster local, que se ha casado con una de las que conformar el pack de ladronas.
Las escenas se suceden sin que haya demasiada conexión entre ellas. Falta coherencia, se suceden los fallos de raccord y lo peor de todo, pues lo anterior podría ser pasable, es que ninguna de las protagonistas transmite nada. Así tenemos a una con cara de palo, que encaja las hostias sin pestañear. Otra que cuida de su hijo y va rompiendo cristaleras en plan Tortuga Ninja. Otra que es monja pero duda de su fe y a pesar de su voz de pija también se dedica al robo. Finalmente otra, la que se casa con el gangster entra en coma, cuando su esposo la tira de un coche en marcha, lo cual dará pie a la venganza de este grupo de mujeres.
Los hombres que aparecen parecen bestias. O se embrutecen a cada rato, o no ven el momento de que todas las mujeres les hagan felaciones, ocupadas sus manos siempres con tabaco o alcohol. Intuimos que son humanos por su apariencia. El único que desentona es un tal Baby Face, hombre con rostro de niño, al que no le gusta que peguen a las mujeres, pero que comete asesinatos sin el menor miramiento.
Como película de robos y atracos tiene escaso mordiente, como drama no funciona porque es imposible identificarse con esas marionetas de carne ensangrentada que nos ofrece el director. El dramatismo es una pose, un gesto, porque es tal la indefinición de la propuesta, tan vago el guión, que importa poco si viven o si mueren todos ellos: el gangster, la que está en coma, el Baby Face…..
Las dos horas largas de su duración se hacen eternas. La historia de redención de Baby Face, no por esperada, resulta menos insulsa. En fin, que a pesar de que la puesta en escena, merced a una preciosista fotografía de Paco Femenía, sea notable, dándole al producto el empaque típico de una producción americana, no hay nada qué contar, ninguna conclusión que sacar, y ante eso me conformaría con pasar un par de horas entretenidas, sin más miramientos, pero es que Sólo quiero caminar, no me ha divertido sino todo lo contrario.
Ay Agustín a ver con que no sorprendes la próxima vez.