Dirección: Steven Zaillian.
Países: USA y Alemania.
Año: 2006.
Duración: 140 min.
Género: Drama.
Interpretación: Sean Penn (Willie Stark), Jude Law (Jack Burden), Kate Winslet (Anne Stanton), James Gandolfini (Tiny Duffy), Mark Ruffalo (Adam Stanton), Patricia Clarkson (Sadie Burke), Anthony Hopkins (juez Irwin).
Guión: Steven Zaillian; basado en la novela de Robert Penn Warren.
Producción: Mike Medavoy, Arnold W. Messer, Ken Lemberger y Steven Zaillian.
Música: James Horner.
Fotografía: Pawel Edelman.
Montaje: Wayne Wahrman.
Diseño de producción: Patrizia von Brandenstein.
Vestuario: Marit Allen.
Llama la atención que un elenco como este donde todos los actores y actrices son de primera línea pasara por la cartelera sin pena ni gloria.
Stark es un inspector de finanzas que para aumentar magra nómina ejerce también de vendedor puerta a puerta. Stark surge de nada, para defender los derechos de sus paisanos paletos, y de casa en casa, de pueblo en pueblo, recorrerá todo el estado de Luisiana difundiendo su mensaje, y sus buenas intenciones que en caso de que llegue a Gobernador, supondrán la creación de universidades, colegios, hospitales, carreteras y demás obras civiles que beneficiarán a los ciudadanos. Su gancho con la ciudadanía, su mensage claro y directo conectára con el sentir general, que verán en él la oportunidad de cambiar las cosas, para que no siempre chupen del bote los mismos de siempre. El «poder paleto» está en marcha.
Cuando un pelamingas surge de la nada y planta cara a los poderosos; empresarios, magnates del petróleo las cosas no le van a resultar fáciles. Stark conseguirá nada menos que ser gobernador de Luisiana, plantando caras a los poderosos, si bien, el arte de la política no es un cuento de hadas, y al final todos se llevan poco y las buenas intenciones a veces se quedan en eso. Cuando le reprochan a Stark que esas obras cíviles, son sólo una manera de conseguir votos, él replica que hay otras formas más baratas de conseguir votos. Ese el resumen de su pensamiento. Hay unos vicios grabados a fuego en el arte político, corruptelas, corrupción y clientelismos insoslayables. Stark lo sabe y no los elude, pues también él moverá sus hilos para comprar voluntades e indagará en el pasado de ciertas personas removiendo la mierda, hasta encontrar lo que busca, a fin de ponerlos de su parte y eludir la moción de censura que se cierne sobre él.
La película sobrepasa las dos horas de duración y hay ratos de una lentitud exasperante, pero sin llegar a reinar el tedio. La bonita música, la preciosista fotografía y los arrebatos de Sean Penn dando a vida a Stark, sobre el estrado, pronunciando sus airados discursos, son todo un recital de comunicación no verbal, y verbal también, porque cuando coge carrete no hay quien le pare y le da candela a una a priori apasionante historia que se ve contagiada de la apatía que manifiesta Jack Burden, el brazo derecho de Stark, aquejado de anorexia emocional, que deambula por la historia, con una languidez y una modorra contagiosa.
Da igual que la historia ocurre en los años cincuenta en los Estados Unidos, porque los políticos son iguales en todas partes y el poder siempre tiene el mismo careto arrogante y altanero.