Dirección y guión: Marc Lawrence.
País: USA.
Año: 2007.
Duración: 105 min.
Género: Comedia romántica, musical.
Interpretación: Hugh Grant (Alex Fletcher), Drew Barrymore (Sophie Fisher), Brad Garrett (Chris Riley), Kristen Johnston (Rhonda), Campbell Scott (Sloan Cates), Haley Bennett (Cora Corman).
Producción: Martin Shafer y Liz Glotzer.
Música: Adam Schlesinger.
Fotografía: Xavier Perez Grobet.
Montaje: Susan E. Morse.
Diseño de producción: Jane Musky.
Vestuario: Susan Lyall.
A resultas del éxito obtenido con esta película en taquilla se prepara una segunda parte. El acierto de la película estriba en que haya química en la pareja protagonista formada por Drew Barrymore y Hugh Grant. Hay química y eso ayuda a arrancarnos unas cuantas carcajadas. Al igual que en la serie que emitió recientemente la cadena cuatro llamada Gominolas, que duró pocas semanas en antena a pesar de su arranque prometedor, sobre un grupo de música que trataba de revivir sus éxitos pasados, en este película Alex formó un dúo con otro cantante y vendieron muchos discos, pero pasados unos años la gente sólo recuerda al otro integrante del dúo y el pobre Alex permanece en el anonimato, comprobando como ya nadie compra ese disco que sacó en solitario.
Alex se ve azuzado por su manager que le insta a seguir dando conciertos, aunque sean actuaciones en parques de atracciones o participando en programas televisivos donde viejas glorias de la canción de los 80 se reúnen para boxear de tal modo que el ganador pueda finalmente cantar sus canciones. Todo cambia en la vida de Alex cuando conoce a Sophie que pasa por su piso para regar sus plantas y en pleno proceso creativo Sophie despunta como letrista.
Además la jovencita y sensual Cora Corman que arrasa en las listas de ventas le propone a Alex del que recuerda sus canciones, muy presentes en la separación de sus padres, que le componga un tema. Así Alex y Sophie aunarán esfuerzos para componer dicho tema, con muy buenos resultados porque Cora queda prendada del single y lo cantará en sus próximos conciertos, dándole su toque zen.
El patetismo de las viejas glorias es algo que vemos a menudo en televisión de mano de cantantes que tuvieron éxito hace treinta años o más, el siglo pasado el milenio pasado y siguen cantando una y otra vez las mismas canciones, anclados en el ayer, viviendo de las rentas, entre otras cosas porque nadie quiere oir sus nuevas creaciones, sino esas canciones con las que sus oyentes se enamoraron y bailaron agarrados bajo la luz de la luna, prometiéndose amor eterno y forman parte ya de la banda sonora de sus vidas. Así artistas como El Dúo dinámico, Los Pechos, Juan Pardo, Rafael, Manolo Escobar, pueden seguir una década tras otra interpretando los mismos temas de siempre.
Como decía al comienzo hay química entre los protagonistas y nos ofrecen alguna secuencia desternillante. Supongo que en versión original la película ganará muchos enteros. Tu la letra y yo la música nos brinda una hora y media de diversión, con un humor asequible para todos los públicos, con la puerta abierta de par en par para el amor que curará el desamor de la protagonista. Las anacrónicas actuaciones de Hugh Grant sobre el escenario con su look años 80, marcando paquete y sus coreografías desfasadas no tiene desperdicio. Si la ven pasarán un rato entretenido y se echarán unas risas, lo cual tratándose de una comedia es lo menos que nos debe proporcionar.