El título del capítulo no puede ser más sarcástico. No hay lugar como el hogar. Hemos visto que tras salir de la isla la vida de los supervivientes ha sido una mierda pinchada en un palo. Jack está empastillado, Hugo medio pirado, Sayid convertido en un asesino, Kate ejerciendo de madre putativa lo mejor que sabe, Sun peleada con su padre y de Aaron no decimos nada.
A finales de la tercera temporada veíamos un encuentro entre un Jack barbudo y Kate. Discutían y ella se iba en coche. Así sabíamos que habían salido finalmente de la isla.
En este capítulo se vuelve a ese momento. Jack le enseña la esquela de Jeremy y le recrimina a Kate no haber ido al funeral. Le pide volver. Ella se niega porque él está empastillado y ya no le lee cuentos por las noches a Aaron. Jack dice que no tenían que haber salido de la isla. Kate no está de acuerdo. Dice que lleva 3 años tratando de olvidar el aciago día que dejaron la isla, así que no quiere oir hablar de la isla ni en pintura.
En el carguero, Desmond que en el ejército hizo un curso de desactivación de explosivos comenta que lo que allí hay es muy chungo.
Sawyer y Jack dan con Hugo. Locke aún no ha accedido al sistema así que se reúne con ellos.
Jack y Locke conversan. Locke en plan filosófico hablan de cual es su destino, de que si están ahí es por una razón. Si se va tendrá que mentir para proteger la isla, un lugar donde ocurren milagros.
Keamy y sus hombres llevan a Ben esposado. Quiere saber por qué Ben es tan importante, por qué Widmore le va a dar tanta pasta por sacarlo de la isla vivo. Cuando llegan al helicóptero, Lapidus trata de zafarse de las esposas. Surge Kate diciendo que la persiguen. Los mercenarios se dispersan. Mueren unos cuantos y Keamy y Sayid tienen un cuerpo a cuerpo, hasta que el primero es tiroteado por Richard.