TÃtulo: 6 Underground | Dirección: Michael Bay | Guión: Paul Wernick, Rhett Reese | Música: Lorne Balfe | FotografÃa: Bojan Bazelli | Reparto: Ryan Reynolds, Mélanie Laurent, Manuel-Garcia Rulfo, Ben Hardy, Adria Arjona, Dave Franco | Año: 2019 | Duración: 128 minutos
Hay pelÃculas que cuesta distinguirlas de un videojuego. Algo asà pasa con 6 en la sombra la última pelÃcula de Michael Bay (Transformers) que arranca en Florencia para poner la ciudad patas arriba. El director con 150 millones de euros de presupuesto se permite toda clase de espectaculares escenas llevadas al lÃmite. Asà en Florencia vemos persecuciones por calles estrechÃsimas, trompos en plazas atestadas de gente e incluso el acceso de vehÃculos a palacios y claustros.
Parece que a Bay no se le pone nada por delante y es capaz de registrar con su cámara la idea más increÃble que le pase por la mente. En ese aspecto el espectador quedará perplejo, pegado a la pantalla. Además de persecuciones increÃbles se suman otras grandes escenas de parkour por tejados, fachadas que imprimen un dinamismo a la pelÃcula en consonancia con su espÃritu.
En cuanto al guion éste puede escribirse en una servilleta, a saber, un multimillonario quiere hacer un mundo mejor y contrata a cinco mercenarios para este fin. Uno de ellos muere en Florencia y han de buscarle sustituto. Todos ellos han sido dados por muertos y son por tanto invisibles. Entre ellos se comunican haciendo referencia a su número, en la idea de que cuanto menos se conozcan mejor. La idea es dar un golpe de estado en un paÃs llamado Turguistán para quitar al dictador de turno, el hermano malo que gasea y mata a su pueblo y en su lugar poner a su hermano bueno, al que tiene confinado en la planta de un hotel de lujo en Tokyo, al que habrán de liberar, dando lugar a situaciones increÃbles como el estallido de una piscina que parece contener la misma agua que una presa.
En la piel y la cabeza del multimillonario está Ryan Reynolds (RIPD, Buried), y a su vera actrices como la francesa Mélanie Laurent (Malditos bastardos) o Adria Arjona. Las interpretaciones no tienen relieve alguno porque aquà todo se deja en manos de la acción pura y dura y casi prefiere uno que todos mantengan la boca callada y se dediquen a disparar o hacer el amor que a hablar y tener entonces que escuchar por qué hacen lo que hacen y qué les ha llevado a ello.
Otro aspecto del film es la truculencia de las imágenes, con un sinfÃn de cuerpos mutilados o seccionados, más propios del cine gore. Esto se alterna a su vez con un estética videoclipera en la que todo son edificios y yates de lujo, cochazos deportivos, hoteles de ensueño, relojes que te hacen perder la noción del tiempo o escenarios naturales que parecen sacados de una postal.
Tamaño presupuesto para un espectáculo como éste cuya razón de ser es ser olvidado y destruido una vez visionado me parece un despropósito, un despilfarro.