Encarnación crítica película

Encarnación cartel películaDirección: Anahí Berneri.
País: Argentina.
Año: 2007.
Duración: 93 min.
Género: Drama.
Interpretación: Silvia Pérez (Erni Levier), Martina Juncadella (Ana), Luciano Cáceres (Roberto), Inés Saavedra (Dora), Fabián Arenillas (Jorge), Osmar Núñez (Esteban), Carlos Portaluppi.
Guión: Anahí Berneri, Sergio Wolf, Gustavo Malajovich y Dolores Espeja.
Producción: Diego Dubcovsky y Daniel Burman.
Música: Nico Cota.
Fotografía: Diego Poleri.
Montaje: Alejandro Parysow.
Dirección artística: María Eugenia Sueiro.
Vestuario: Roberta Pesci.

Erni es una mujer que fue vedette y sex symbol, deseada por muchos y popular en los 70 y 80, que ahora, pasados los cincuenta, sin hacer películas, vive lejos de las cámaras, a su pesar, y trata de entrar de nuevo en el mercado aunque sea haciendo spot que la obliguen a lucir su aún atractivo cuerpo.

El paso del tiempo es inexorable y Erni ve como sus brazos se arrugan, le cuelgan los pellejos, su rostro se surca de arrugas, su noviete prefiere pasar el tiempo con sus compañeros de rodaje y no tiene nadie cerca al que poder llamar familia. Hay escenas que certifican este derrumben sin edulcoramientos, como cuando la actriz se mira en el espejo, o se afeite los sobacos y las ingles.

Ante esta tesitura, Erni no se achica. Va a pasar unos días a su tierra natal, donde se reencuentra con su sobrina y su hermana, la cual sin decirle nada ha destinado su parte de un terreno familiar heredado, a la plantación de soja.

Los años dorados y de esplendor son agua pasada que ya no mueve molino, pero Erni en lugar de lamentarse, y aficionarse a las pastillas quejándose de su mala suerte, echa para adelante, reconoce los estragos que el paso del tiempo hace en esas mujeres que son vistas como objetos sexuales, y en su caso, Erni es más que un trozo de carne de vistosas curvas, es una persona con trasfondo, con sentimientos y ánimo vital imponderable, como se verá en su relación con su sobrina, la cual la idolatra, en contraposición con su madre, que sigue la senda del formalismo y lo estricto.

Es normal que la joven se vea seducida por su tía, la cual ha vivido del arte, ha hecho lo que ha querido y podemos llamar espíritu libertario. Es la relación entre las dos la que hace aún mayor el declive de la artista, la contraposición de los cuerpos, que aparentemente son similiares pero donde queda claro, la lozanía y turgencia de un cuerpo en flor, adolescente, con el de otro que frisa los cincuenta, marcado por los años, arrugado por la soledad, dilatado por las preocupaciones, el cual a pesar de los muchos esfuerzos, no deja de mostrar lo que es, un cuerpo siliconado o no, con mucha historia detrás.

Erni sigue siendo atractiva a los ojos de los hombres, y ella disfruta sintiéndose observada. Pero como se verá en la relación que mantiene con Roberto, con ella los hombres buscan saldar una deuda, obtener un trofeo, llevarse a la cama, a la misma mujer que cuando eran adolescentes les permitía pajearse. No será la mujer de su vida, ni nada parecido, sino un momento de sexo temporal.

Silvia Pérez, da vida a Ernie y lo hace magistralmente, con una fuerza y naturalidad que la hacen entrañable, porque la gran virtud de esta historia es que se nos caen los tópicos, que esa rubia de cuervas derrapantes no es un tontón, sino una persona noble que carga a cuestas su propia cruz, como todos, y su declive no nos hará llorar ni nada parecido, sino en todo caso reconciliarnos con la naturaleza humana, poliédrica y compleja.
Martina Juncadella es Ana, la sobrina de Erni, muy bien en su papel.

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