La enfermedad del domingo es una película protagonizada por Bárbara Lennie y Susi Sánchez, con guión y dirección a cargo de Ramón Salazar.
Las cartas se ponen sobre la mesa al poco de empezar la película. Una organizadora de eventos, recibe en uno de ellos la visita de una joven camarera que resulta ser su hija, a la que abandonó cuando tenía siete años, a la que no había vuelto a ver desde entonces.
Si cabe la redención la madre tendrá una buena oportunidad para purgar su abandono. La hija quiere algo de su madre, pero no le mueve a la vástaga un interes crematístico, que sería lo más cómodo y trillado para ambas, no, la hija quiere tiempo, diez días en la compañía materna, aún a sabiendas de que no se puede modificar el pasado, que el abandono dejó en la niña, ahora una mujer de cuarenta y pico años, un poso infausto, una herida abierta que no ha cicatrizado.
La convivencia, en una casa de piedra en un pueblo del Pirineo francés próximo a la frontera con España, no será fácil. No dejan de ser dos extrañas, compartiendo el mismo techo e idéntico espacio vital. Mantienen las distancias, la cautela. A la joven no sabemos si le mueve el deseo de venganza, de justicia, de autodestrucción o bien la necesidad de quitarse una piedra del corazón, si es el suyo un espíritu alentado por la compasión y el perdón.
Es esta una película en la que priman las miradas que azuzan, los silencios, el entorno natural, la necesidad de clausurar un ciclo, de hilar vida y muerte alrededor de la madre natural.
El minimalismo en la puesta en escena se resuelve pausiblemente gracias a las viscerales interpretaciones tanto de Susi como de Bárbara, brillantes ambas, en su generosidad actoral, en la asunción de los riesgos inherentes al despojamiento.
En un determinado momento la cámara registra cómo la niebla va cayendo lentamente sobre la montaña. Esa especie de sudario etéreo, es el clímax que azotará también al espectador sensible, removido ante un final brutal.