El término Cuarta Pared proviene del teatro, en el que suele haber 3 paredes fÃsicas, que forman el escenario y una cuarta, invisible, pero que se suele actuar como si existiera, que es la que separa el público del escenario. La actuación se basa en mantener esa cuarta pared para diferenciar el mundo real del ficticio en el que se está desarrollando la acción.
En el cine serÃa la cámara la que actúa como lÃmite, como esa cuarta pared que separa la acción del espectador. Normalmente los actores actúan como si la cámara no estuviera allÃ, como si fuera un testigo mudo que recoge lo que sucede, pero con la que no se interactúa.
Pero en ocasiones esto no es asÃ, y hay personajes que hacen lo que se llama «romper» esa cuarta pared y dirigirse directamente al público o mirar a la cámara. Es diferente a las docuseries en las que mezclando documental y ficción los personajes interactúan con la cámara en si, con la gente que les está grabando, pero no con el público.
Veamos algunos ejemplos de pelÃculas en las que se rompe esa Cuarta Pared de diferentes formas.
Psicosis (Alfred Hitchcock, 1966)
Es solo un momento, pero de los que da miedo. Norman Bates, el desquiciado protagonista mirando a cámara con una media sonrisa burlona y desafiante. Terror puro. El terror del vecino de al lado.
Todo en un DÃa (John Hughes , 1986)
Es una de las tÃpicas comedias de adolescentes de los 80, protagonizada por un Ferris Bueller (Matthew Broderick) que en varios momentos es él mismo el que nos cuenta sus aventuras de forma directa. Parodiada la escena inicial en Deadpool.
Piratas de Silicon Valley (Martyn Burke, 1999)
Una de mis escenas favoritas de rotura de cuarta pared, cuando Steve Ballmer no solo rompe la cuarta pared volviéndose a hablarnos, levantándose de la silla y saliendo del cuadro (literalmente, la escena se queda en un cuadro). Además es la representación de un momento histórico, como el propio Ballmer insiste.
Funny Games (Michael Haneke, 1997–2007)
Otro momento de terror psicológico. Cuando uno de los protas se vuelve, mira a cámara y guiña un ojo. Ya sabemos lo loco que está, pero deja claro que nos queda mucho por ver. Ah! Y que te puede pasar a ti. Se te hiela la sangre. Curioso el remake, mismo director, mismos planos.
El Club de la Lucha (David Fincher, 1999)
Otra de las escenas que quedan grabadas, pero en esta ocasión por la gracia que tiene, aunque la pelÃcula sea ultraviolenta. El narrador (Edward Norton) nos cuenta la técnica de Tyler (Brad Pitt) para insertar pequeños cortes en pelÃculas para incitar el subconsciente de los espectadores.
Alta Fidelidad (Stephen Frears, 2000)
El niño grande que es John Cusack, alter ego del autor de la novela en que se inspira, Nick Hornby, nos cuenta muchas cosas a lo largo de esta entretenida pelÃcula. La ruptura de la cuarta pared aquà es una forma de contar la historia, más que un recurso puntual.
Amelie (Jean-Pierre Jeunet, 2001)
La dulce Amelie (Audrey Tautou) tiene su propio mundo, del que nos hace constantemente partÃcipes contándonos en primera persona muchas cosas.
24 Four Horus Party People (Michael Winterbottom, 2002)
En forma de documental, es Tony Wilson, uno de los artÃfices del auge musical del Manchester de finales de los 70 el que nos cuenta la historia. Con personajes reales que entran y salen mezclándose con quienes los interpretan, es desde luego de lo más original
Gremlins 2 (Joe Dante, 1990)
Curioso este caso porque hay un momento de la pelÃcula donde, si vez la edición en vÃdeo hay un momento en que parece que la cinta se haya estropeado, pero en la versión en salas de cine, la pelÃcula parecÃa quemarse. En ambos casos los Gremlins malos tomaban el control y desbarataban la pelÃcula.
El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013)
Para contarnos o justificar sus excesos, el protagonista, Leonardo DiCaprio se dirige en varias ocasiones hacia nosotros, espectadores de su vida desmadrada.