Dirección: Sofia Coppola.
Países: USA y Francia.
Año: 2006.
Duración: 123 min.
Género: Biopic, drama.
Interpretación: Kirsten Dunst (María Antonieta), Jason Schwartzman (Luis XVI), Rip Torn (Luis XV), Judy Davis (condesa de Noailles), Asia Argento (madame Du Barry), Marianne Faithfull (emperatriz María Teresa), Danny Huston (Joseph), Molly Shannon (tía Victoria), Steve Coogan (conde Mercy D’Argenteau), Rose Byrne (duquesa de Polignac).
Guión: Sofia Coppola; basado en el libro «María Antonieta: La última reina» de Antonia Fraser.Producción: Sofia Coppola y Ross Katz.
Producción ejecutiva: Francis Ford Coppola y Fred Roos.
Fotografía: Lance Acord.
Montaje: Sarah Flack.
Diseño de producción: K.K. Barrett
Este biopic sobre la Reina de Francia,Maria Antonieta, abarca los años comprendidos entre 1770, año en el que se casa con el Delfín en Versalles, hasta 1789 año de la Revolución Francesa. No vemos por tanto cómo esta fue decapitada, allá por el año 1793.
La película dirigida por Sofía Coppola, pretende acercarnos la vida de esta joven, la cual con quince años se casó con el futuro Rey de Francia, cuya tendencia al despilfarro (la llamaban «Madame déficit«, como se lee en uno de los cuadros que aparecen al final de la película), generó no pocas críticas por parte de la sociedad civil, que malvivía mientras la Corte vivía a «cuerpo de Rey«. Si bien al final obtuvo su merecido.
Maria Antonieta, poco dada a las artes o a cualquier labor intelectual, dilapida el tiempo junto a sus amigas, comiendo, bebiendo, fumando, corriéndose buenas juergas o dándose algún revolcón que otro con un apuesto soldado. No sólo el tiempo, también el dinero, se le va a Maria Antonieta a manos llenas.
Así vemos su llegada a Francia, proveniente de Austria, su integración en el Palacio de Versalles, su encaje en esa «sociedad cortesana» la cual ella desconoce, y a la cual irremediablemente ha de hacerse, pasando por el haro, y asumiendo su papel de Reina. Le tocará lididar con los cotilleos malsanos de toda la gente que vive en la Corte, los aduladores, trepas, envidiosos, que le adulan y mancillan al mismo tiempo.
Se nos muestran escenas curiosas, como el despertar de la Reina en su cuarto, rodeado de multitud de gente, con varias mujeres cada una dedicada a una ocupación: quitarle el camisón, ponerle las zapatillas, darle de beber, etc. O los partos también públicos, cual si de una representación teatral se tratara.
Vemos su fría relación con su marido, un joven apocado y poco dado a los placeres sexuales, con el que mantiene un tibia relación conyugal que se va consolidando con el paso del tiempo, los hijos, algún fogonazo sexual y los cuernos liberadores.
Podemos hacernos una idea pues, de como fue la vida que llevó Maria Antonieta en la Corte esos años, de manera superficial eso sí, ya que la autora apenas esboza algunas actividades de la Reina que se repiten machaconamente.
La película se contagia de la frialdad conyugal de la pareja, entonces lo que vemos, como un calabobos nos resbala, ya que para nada esas desavenencias conyugales logran emocionar, ni los avatares y desvelos de la Reina nos desvelan ni conmueven, impregnada la película casi desde el principio por el «virus de la indiferencia«.
Queda pues sólo disfrutar del escenario único que supone el lujo de haber rodado la película dentro del Palacio de Versalles, recrearnos con un vestuario y una fotografía espectacular y esperar el fin, que tras dos horas se acoge de buen grado.