Mine Vaganti, traducida como Tengo algo que deciros, Ozpetek, tras el drama de Cuore Sacro, y el fiasco de Un giorno perfetto, vuelve con una drama con tintes de comedia. Ese algo que decir, consiste en la pretensión del protagonista, Tommaso que reside en Roma de anunciar que además de querer ser escritor, es gay. Antes de poder anunciar la buena nueva en la comida familiar, su hermano se le anticipa. Sí, también es gay, y al padre, chapado a la antigua le da un infarto al no poder asumir la nueva noticia. Al hijo, su padre lo quiere lo más lejos posible, lo echa del hogar, y lo despide de la empresa familiar dedicada a la fabricación de pasta, en donde trabaja. Viven en un sitio pequeño donde todos hablan de los demás, se calumnia y chismorrea de modo habitual, y donde las malas lenguas pueden destrozar cualquier reputación.
Ante esta situación Tommaso ve cómo debe demorar dar su noticia, visto lo que le ha sucedido a su hermano. Mientras, conoce a una chica que trabaja en la empresa, la cual no tiene novia y con quien comienza a hacer buenas migas.
El tema de la homosexualidad no confesada da mucho juego y permite crear unas situaciones que buscan la carcajada del espectador. En la galería de personajes (Ozpetek siempre busca la coralidad) hay una tía con afición por la bebida, la madre del protagonista que es una sargentona, el padre que es un carca, la abuela que alienta a todo el mundo a luchar por lo que uno cree, a ponerse el mundo por montera, y desoír las voces de lo convencional.
Rodada en el sur de Italia, en Salento, en la Apulia, la fotografía es luminosa, radiante, priman los encuentros familiares, las charlas en torno a una mesa bien provista de viandas, los chascarrillos, escenas desenfadadas proclives al petardeo. Ozpetek banaliza la condición sexual de los homosexuales (él lo es y es capaz a sus años de tomárselo con humor), para pergeñar una historia que no se sale de lo trillado, muy poco original y lo hace combinando el drama de no poder vivir como uno quisiera, con situaciones hilarantes como la visita de los amigos del protagonista, que deben comportarse como si no fueran gays, e incluso suicidios poéticos, dulces a más no poder.
No obstante, la película tiene un pase, con actores solventes como Riccardo Scamarcio (Tommaso), Ennio Fantastichini (que en No basta una vida hacía de un “gay” orgulloso de serlo y ahora es un escandalizado y recalcitrante padre de familia) y permite pasar un buen rato entretenido sin muchas más pretensiones.
Pocas son las películas italianas que logran estrenarse en España. Mine Vaganti, fue una de las afortunadas.