Volvemos con el cine español y una película que tiene unos años pero que gracias a las plataformas de streaming (o LA plataforma de streaming, Netflix) he podido disfrutar.
Sí, digo disfrutar, porque aunque el cine español tenga muchos retractores, hay pequeñas perlas todos los años y en este caso con El Cuerpo he disfrutado.
Tener unos protagonistas como Jose Coronado y Belén Rueda ayuda, la verdad, porque son una apuesta segura. Y eso que en este caso el papel que hace ella, de muerta, y mala, no es de los que más le hemos visto hacer en cine, que suele ser más asustadiza o más ñoña tipo Los Serrano (que me dicen que lo está petando de nuevo entre los jóvenes).
La historia comienza con el atropello de un guardia de seguridad de un depósito de cadáveres, que ha huido despavorido de su lugar de trabajo, de donde ha desaparecido el cuerpo de Mayka (Belén Rueda), una ejecutiva todopoderosa y con muy mala baba recién fallecida.
El inspector Jaime Peña (Jose Corononado) es el encargado de la investigación y va hilando ante nuestros ojos la historia de lo que cree haber ocurrido. El marido de la fallecida, Álex (Hugo Silva) enseguida empieza a ser sospechoso al ver que oculta cosas, muchas de ellas relacionadas con su amante Carla (Aura Garrido) que también acaba por estar metida en el ajo.
Toda la película tiene ese aire oscuro de thriller policiaco, de investigaciones para ir tirando del hilo, de intuiciones de uno y otro, de personajes con mucho que perder y que ocultar.
En todo momento consigue mantener el interés y la intriga y el final es sorprendente, quizás como en otros casos porque no tenemos demasiada información sobre lo ocurrido como para poder hilar nosotros mismos esa madeja de acciones causa efecto que llevar a componer la historia.
En lo malo está el pelo de Coronado, que no concibo de a quien se le ha podido ocurrir pensar que era una buena idea. Supongo que se habrá basado en algún inspector real y quería que se pareciera, pero no le veo sentido y no hace más que despistar y que la vista se te vaya a su flequillo cada vez que aparece.
Supuso el brillante debut en la dirección de Oriol Paulo, hasta entonces solo guionista, y que por esa categoría de Dirección novel fue nominado al Goya.
Me hace gracia la frase promocional de la película, porque dice «la muerte no siempre es el final» y es así para Belén Rueda, porque su personaje, siendo una muerta, está tan presente en la película como el resto.
Recomendable para los que gusten del cine comercial, pero también de ese tono clásico de las películas que aúnan misterio e intriga. Se echa en falta alguna pista más de por donde va a ir el final, pero en general es una gran obra.