[Crítica] Érase una vez en… Hollywood (Quentin Tarantino, 2019)

Una película de Quentin Tarantino es siempre una fiesta. Por su forma de rodarlas, por su forma de ver el cine y por la cinefilia que arrastra en todas ellas, que se suele mostrar en forma de homenajes, referencias, revivals y diversas formas de mostrarnos en ellas el cine que más le gusta.

Érase una vez en… Hollywood está ambientada en el Hollywood del año 1969, el final de una década y de algo más. Quizás más en Estados Unidos que aquí, en España, donde la dictadura de Franco aún nos dejaría unos años más a la cola de los países desarrollados. Allí empezaban a decaer los hippies, los estudios de cine en Hollywood también estaban cambiando y una nueva era se venía encima de todos ellos. Pero el título revela que Tarantino lo que nos va a contar es un cuento, aunque muy inspirado en la realidad. Muchas de las cosas que se ven son verídicas.

Al otro lado del charco sucedió un hecho en torno al cual gira la película de Tarantino, que fue la muerte de Sharon Tate a manos de un grupo de trastornados liderados por Charles Mason, a quien Tarantino por cierto pierde la oportunidad de darle su merecido como hizo con Hitler en Malditos Bastardos.

Sharon Tate (interpretada por Margot Robbie, una de esas actrices a la que la cámara ama), es una de las protagonistas, un tanto tangencial, pero con muchos minutos. Pero los principales protagonistas son los dos actores, Rick Dalton (Leonardo di Caprio), una vieja gloria venida a menos y su doble de acción Cliff Booth (Brad Pitt). Ambos actores consiguen que sus personajes tengan la química que la historia requiere y aunque no son interpretaciones que se salgan de su «zona de confort» consiguen que nos sintamos atraídos por ellos y que nos importe realmente lo que les pasa.

Eso sí, en las casi 3 horas de película, Tarantino se pasa la mayor parte del tiempo mostrándonos el ir y venir de ambos, así como de Sharon Tate, cuando para presentar a los personajes con mucho menos metraje lo hubiera solucionado. Me da la impresión de que hay un montón de cosas que hacen que no aportan demasiado al dibujo de los personajes ni la trama, pero se lo perdonaremos, es Tarantino.

Lo que no le han perdonado muchos, familia del afectado incluida, es la forma en que retrata a Bruce Lee, que no queda precisamente bien reflejado en la historia, pero tampoco es para tanto. A Polanski, al tratarse de uno de los protagonistas y de un hecho en su vida que lo marcó y afectó profundamente, tampoco le consultó ni siquiera le advirtió que iba a hacer la película, lo que hay quien ha criticado también.

Siguiendo con los actores y personajes, otro dato simplemente interesante es que fue la última película que rodó Luke Perry antes de fallecer de un derrame cerebral. Quien sabe si su carrera, como la de muchos colaboradores de Tarantino se hubiera relanzado.

Destaca también la miríada de jóvenes actrices que aparecen en esta película y que son hijos de famosos intérpretes. Destaca Margaret Qualley, hija de Andie MacDowell que es la que tiene el papel más amplio. También vemos a la hija de la tarantiniana Una Thurman y Ethan Hawke, Maya Hawke, que ya vimos en Stranger Things. Rumer Willis, hija de Demi Moore y Bruce Willis. Harley Quinn Smith, hija del director/guionista/actor Kevin Smith.

Y la lista de actrices y actores conocidos la podemos completar con unos cuantos nombres de relumbrón: Al Pacino en un pequeño papel, Dakota Fanning más irreverente que otras veces y nada dulce, como suele ser, Emile Hirsch, Kurt Russell, Bruce Dern o Michael Madsen entre otros. Y es que parece que nadie le dice que no a Tarantino. Eso sí, todos son guapos y guapas y con talento, de lo mejor.

Para acabar con la lista de actores, hay que decir que se ven a muchos personajes de la vida real en la película y a mucha gente del cine. Prácticamente todos más o menos personajes que existieron en la vida real, muchos de ellos enormemente conocidos. Incluso los personajes protagonistas, porque están basados muy estrechamente en la relación que tenía Burt Reynolds con su doble de acción.

Una película para ver disfrutando de ella, sin esperar nada que no sea una «película de Tarantino«, que no es poco. Y hay que verla hasta el final, porque tiene guasa.

Nuestra puntuación

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