Rosas rojas crítica película

Rosas rojas cartel películaDirección y guión: Ol Parker.
Países: Reino Unido, USA y Alemania.
Año: 2005.Duración: 93 min.
Género: Comedia romántica.
Interpretación: Piper Perabo (Rachel), Lena Headey (Luce), Matthew Goode (Heck), Celia Imrie (Tessa), Anthony Head (Ned), Sue Johnston (Ella), Darren Boyd (Cooper), Eva Birthistle (Edie)
Producción: Sophie Balhetchet, Barnaby Thompson y Andro Steinborn.
Música: Alex Heffes.
Fotografía: Ben V. Davis.Montaje: Alex Mackie.
Diseño de producción: Eve Mavrakis.
Dirección artística: Richard Field.
Vestuario: Consolata Boyle.

Debajo de nuestras ropas todos estamos desnudos y rodeados de gente todos estamos solos, desolador pero veraz. La felicidad presunta que ofrece el casamiento a la pareja de novios formada por Rachel y Heck, con la que comienza la película es contrapunteada por la soledad de la florista Luce. En el convite la novia y la florista se conocen y esta última le ayuda a sacar el anillo de una pochera. Salta la chispa entre ellas pero no hay un fuego que devore todo lo anterior, si bien parece ser el preludio de algo.

Rachel preparará luego una cena en su casa para que Luce conozca a su amigo Cooper, el picaflor, el kamasutra corpóreo, sin saber que Luce es lesbiana como le hace saber luego Heck cuando van de compras y coinciden en el super con Luce y su amiga Edie (interpretada por la actriz Eva Birthistle, vista en Sólo un beso)

Después del matrimonio la relación de los casados se enfría y en el terreno sexual caminan sobre tundra, con los pies fríos y el deseo junto a los cubitos de hielo del congelador. El confort del hogar ha sustituido los encuentros sexuales furtivos silvestres de cuando eran amantes.
Luce está locamente enamorada de Rachel pero no quiere romper ninguna pareja como hace Cooper, con el que trabará amistad. Rachel se debate entre lo que su cuerpo le pide y lo que es su obligación hacia su marido y su compromiso con él, máxime después de haber contraído matrimonio con lo que ello en teoría implica, tras el sí quiero (en la alegría y en la enfermedad, en lo bueno y en lo malo, hasta que la muerte os separe, etc).

Se alternan momentos hilarantes, cuando Cooper o el padre de Rachel aparecen en escena con otros más ñoños, almibarados y previsibles en los que Rachel toma la palabra: «que sólo con mirarle a los ojos conozcáis su alma» dice a sus amigas para demandar de éstas si creen en el amor a primera vista.

Se desaprovechan secuencias que podían haber dado más juego como el encuentro en el bosque cuando Rachel y Heck van a hacerlo y encuentran a una pareja de dos hombres que están conociendo, o las preguntas de la ripipi H.
El exceso de azúcar en muchas secuencias empalaga, la superficialidad de los personajes y el amor y las relaciones entendidas como un juego, donde el intercambio de parejas, está a merced de caprichos y furores uterinos, pretende ofrecer un pasatiempo divertido, trivial, ligero, que humedezca nuestras pupilas, nos arranqué algunas risas y nos alegre la vista con las guapísimas Piper Pierabo y Lena Headey, entregadas al amor.

Recuerdan el libro ese de Susana Tamaro, titulado «Donde el corazón te lleve», pues esa es el «leitmotiv» de este renqueante tragicomedia, que hay que ver hasta el final, títulos de créditos finales incluídos, porque como dice la pasajera del avión con la que Heck compartirá asiento y quien sabe si luego algo más, «hay tiempo». Cierto, siempre hay tiempo, tiempo de sobra para equivocarnos, tropezar, caernos y volvernos a levantar, aprender de los errores y volver a enamorarnos, para sentir la misma sensación de incertidumbre que tenemos cuando tenemos en la mano una taza de café hirviendo y estamos a punto de estornudar.

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