Pues sí, amigos. Después del cabreo que mostramos públicamente con la cuarta temporada de La Casa de Papel, parece que los productores de la serie se han querido congraciar un poco con nosotros, sabiendo que somos de Logroño, y han hecho un pequeño guiño con esta quinta temporada. Además de empapelar las calles de Logroño avisando de ello.
Pero no ha sido suficiente para que les pasemos por alto que sigan sin concluir el atraco de una vez y nos dejen esta quinta temporada de nuevo repartida en dos, dejando la segunda parte para el 3 de Diciembre. Los cinco episodios nos han dejado de nuevo con la miel en los labios, con un gran cliffhanger, pero con la misma sensación de cachondeo y de querer estirar el chicle más de lo recomendable.
No por eso la serie deja de perder emoción o acción. Esta temporada tiene incluso más. En boca de Tokio, se explica perfectamente: «Creíamos que estábamos en una guerra, porque nunca habíamos estado en una guerra«. Por lo que la acción en la guerra de la quinta temporada sube muchos enteros.
Tampoco se dejan de ver a personajes que, no quiero hacer spoilers a nadie, no deberían de aparecer según los cánones al uso. Berlín, Nairobi,.. aquí todos tienen su pequeño hueco. Y ahí sigue Arturito, que después de su vuelta triunfal al segundo atraco sigue haciéndose el valiente, trastornado, ultrajado o un poco de todo ello.
Entre los nuevos personajes que aparecen, destacar el de Miguel Ángel Silvestre, que se mete también en la serie con un pequeño papel fuera del tiempo de los hechos de la propia serie, pero al que vemos en varios flashbacks, casi sin diálogo.
Y no os penséis que voy a dejar de hablar del punto en el que se quedó el final de la cuarta temporada. Que no siga leyendo el que no la haya visto. El encuentro entre El Profesor (Álvaro Morte) y la malísima Alicia Sierra (Najwa Nimri) va por los derroteros que debe o que esperamos durante un tiempo, pero el desenlace, repentino nos hace bajar de la cumbre a toda velocidad y para mí que no es el más acertado que podían haber elegido, aunque es cierto que aún puede que nos depare alguna sorpresa de aquí al final de la temporada, sí, esa que veremos en Diciembre.
Sí que he notado que la historia se va alargando con hilos secundarios de los que se podía prescindir y que se centran a veces en temas más psicológicos, como el caso de Estocolmo y que nos la traen en general al pairo como la parte muy prescindible de Manila (Belén Cuesta) que no le pega nada el papel de atracadora y cada vez que tiene algo de protagonismo, se pierde tensión. Esa acción reacción que tenía la primera temporada con todo lo que sucedía que ya había previsto El Profesor en los 20 años de preparación del atraco se ha perdido.
Sobre el final de esta primera parte de la quinta temporada, pues no sé qué decir. Suena bastante a improvisación o a golpe de efecto cuando ya no se te ocurre nada más y es incongruente con la forma en que se cuenta la historia. Pero es lo que se llama licencia poética y se la tendremos que pasar hasta que llegue el final, por lo menos, y podamos tener todas la cartas sobre la mesa.